Gabriel Boric, el rostro de una nueva izquierda
Gabriel Boric vive un gran momento político: tiene el mayor índice de aprobación de los últimos catorce meses en su país, y con su oposición a la proclamación de Nicolás Maduro como el candidato ganador en Venezuela ha mantenido un perfil de líder democrático y defensor de los derechos humanos, más allá de posiciones ideológicas. En ese sentido, se ha distanciado de otros líderes de izquierda de la región y está marcando su propio camino.
“No tengo dudas de que el régimen de Maduro ha intentado cometer un fraude [...] Además, están cometiendo graves violaciones a los derechos humanos [...] Chile no reconoce el triunfo autoproclamado de Maduro. No confiamos en la independencia ni la imparcialidad de las actuales instituciones en Venezuela...”. Así de claro fue hace unos días el presidente chileno, Gabriel Boric, con la situación que se vive en Venezuela tras las elecciones que dieron como ganador a Nicolás Maduro. La situación es llamativa: un presidente de izquierda criticando a un régimen del mismo signo ideológico.
Pero esa posición de Boric no es nueva. Mucho antes, en 2022, había dicho en la Universidad de Columbia: “Me molesta cuando eres de izquierda y condenas las violaciones de derechos humanos en Yemen o El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua”. El año pasado, en una cumbre sudamericana, cuando Lula dijo que se había creado una “narrativa” sobre la falta de democracia en Venezuela, Boric lo refutó: “No es una construcción narrativa, es una realidad. La he visto en el dolor de miles de venezolanos en nuestra patria”.
Para Claudia Heiss, politóloga y profesora de la Universidad de Chile, la reacción de Boric respecto a Venezuela va en la línea de una tradición de izquierda democrática que existe en Chile desde el presidente Allende y que se planteó como la vía chilena al socialismo en el marco de las instituciones y de la democracia.
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“Es algo muy distinto de la revolución cubana o de otras formas de entender la izquierda en América Latina. Todos los presidentes de izquierda que hemos tenido en Chile, Ricardo Lagos o Michelle Bachelet, han tenido un apego a la institucionalidad democrática, reforzado por la experiencia de la dictadura. Y el presidente Boric ha reaccionado en consideración a esos principios”, explica.
Gustavo Petro y Lula da Silva, mandatarios de Colombia y Brasil, tienen reparos en cuestionar abiertamente las elecciones en las que Maduro resultó ganador. Foto: AFP
Respecto a la crisis desatada por la proclamación de Maduro en Venezuela, otros Gobiernos de izquierda de la región, como Brasil, Colombia y México, han sido muy cautos y han pedido que se muestren las actas electorales, aunque siempre señalan que la solución debe venir desde los mismos venezolanos. El presidente brasileño, Lula da Silva, incluso ha planteado nuevas elecciones, algo que ya fue descartado por los voceros del oficialismo y de la oposición en Venezuela. Boric, amparado en lo que dicen los organismos y los observadores internacionales que estuvieron en el proceso electoral, se ha desmarcado claramente de ellos.
El historiador Daniel Parodi, docente de la Universidad de Lima, señala que en la región esto es nuevo, pues usualmente para las izquierdas, y también para las derechas latinoamericanas, la democracia ha cumplido una función instrumental: la han invocado solo cuando el dictador es de la ideología contraria.
“Cuando el mandatario chileno levanta la bandera de la democracia ante los excesos de Nicolás Maduro, le devuelve prioridad al principio universal de la igualdad de derechos humanos frente a quienes venían acentuando el énfasis en políticas de la diferencia. Este podría ser un replanteo realista no solo para Chile, sino para América Latina, considerando la pobreza, el subdesarrollo y las grandes desigualdades sociales que caracterizan la región”, dice.
Perfil regional
La diferencia con sus pares de izquierda también es generacional. Petro, Lula y López Obrador están por encima de los 60 y 70 años, vivieron la guerra Fría, la revolución cubana y la insurrección sandinista. Y Daniel Ortega y Maduro tienen su modelo en el régimen cubano. Por su parte, Boric nació después del golpe de Pinochet, y en la tradición chilena post-Pinochet adhiere a una izquierda respetuosa de los contrapesos democráticos.
¿Está Boric desarrollando un liderazgo político de presencia regional?
“Está en un buen momento de su presidencia. Tuvo caídas en el pasado y hoy tiene más adhesión. Creo que internamente aún no se percibe una dimensión de liderazgo regional, pero sí que va a contracorriente de lo que parecen ser las tendencias de la política global hoy en día: el autoritarismo, lo que se ha llamado la ‘erosión democrática’. Creo que ha querido dar una clara señal de que va en contra de esa tendencia. De que no está dispuesto, ni por un programa político ni por una agenda, a renunciar al sistema democrático y al Estado de derecho”, dice Claudia Heiss.
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Por su parte, Daniel Parodi señala que Boric representa hoy una izquierda más democrática y cree que ese perfil debería ser el de la moderna izquierda latinoamericana del siglo XXI.
“Quiero poner énfasis en conceptos tales como izquierda democrática y también derecha democrática que pudiesen ser capaces de reinstitucionalizar la región, partiendo de la premisa de que el contrato social no se rompe. Si tenemos instituciones auténticamente independientes, si tenemos un real equilibrio de poderes, entonces habrá mejores funcionarios, habrá mejor fiscalización, disminuirá la corrupción y solo entonces podremos establecer las bases para el desarrollo”, dice.
Daniel Ortega y Nicolás Maduro lideran dictaduras de izquierda en Nicaragua y Venezuela y buscan mantenerse en el poder avasallando toda oposición. Foto: AFP
Dentro de Chile, la izquierda ha sufrido una división, pero eso no ha debilitado su gobierno. El Partido Comunista, integrante de la coalición, aceptó el triunfo de Maduro sin cuestionamientos. No obstante, todos los ministros se han alineado detrás de la política exterior de Boric. Y figuras importantes del PC, como Camila Vallejo o la alcaldesa comunista de Santiago, Irací Hassler, se han desmarcado de anteriores posturas sobre el régimen chavista y comparten la visión de Boric.
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Hoy parece que el presidente Boric está viviendo un momento estelar en lo que va de su presidencia. Varios medios internacionales le dedican reportajes, y en Chile un reciente sondeo le da 37% de aprobación a su gestión, la mayor adhesión en los últimos catorce meses, por encima de la aprobación que tuvieron Bachelet o Piñera a los dos años y medio de gobierno.
Aunque su posición en contra de Maduro pudiera haber influido un poco en ese respaldo obtenido, Claudia Heiss señala que las cosas que movilizan más el apoyo actual tienen que ver con el desarrollo económico y la efectividad de las políticas sociales. También ha logrado estabilidad, control del crimen organizado y mejora en aspectos de seguridad social con normas que se han aprobado a pesar de que no tiene mayoría en el Congreso.
Boric parece hoy señalar el camino a la izquierda latinoamericana. Y también a la derecha extremista en nuestros países. “El respeto a los derechos humanos no tiene doble estándar”, ha dicho.