Cultural

Los 490 años de Lima: potencia cultural

Hay muchas formas de apreciar Lima, pero es el factor cultural el que nos puede dar una idea más aterrizada de los ecos que despierta la capital a 490 años de su fundación. Aquí un breve muestrario de su luz cultural.

Acuarela de Lima de Pancho Fierro.
Acuarela de Lima de Pancho Fierro.

Este sábado 18 de enero, Lima cumple, nada más y nada menos, que 490 años de fundación. En este sentido, habría que preguntarnos, a riesgo de que la inquietud caiga en el lugar común, cuánto ha cambiado Lima o cómo es que ella viene creciendo y cómo va adaptando su tradición a los tiempos que corren.

Sobre Lima se ha escrito mucho y sigue siendo la inspiración para no pocos intelectuales y artistas. No debería sorprender, el espectro limeño corre por la historia peruana e hispanoamericana. Lima, por citar un ejemplo, fue el centro del virreinato (la administración española duró casi 300 años) y fue la ciudad más importante en esta parte del mundo. Es decir, desde sus inicios se impuso como una ciudad clave en el imaginario local e internacional. Como médula institucional de la colonia, se deduce que por Lima pasaba primero lo mejor de la producción tecnológica, científica y cultural. Pero Lima igualmente fue el escenario de conflictos: de 1881 a 1883 estuvo ocupada por el ejército chileno en el marco de la guerra del Pacífico, un hecho traumático que obligó, en aquel entonces, a los pensadores y a la sociedad civil a reflexionar sobre qué estaba pasando en el país. Además, Lima es uno de los ejes temáticos de la mayor expresión literaria del siglo XIX en Latinoamérica: Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, serie de artículos y estampas que el renombrado autor escribió desde 1872 hasta 1910.

A Lima, para hablar y discutir de ella, hay que abordarla desde distintos puntos de acercamiento. Pero ninguno es más certero y exacto en su radiografía que el factor cultural. Veamos: Pancho Fierro nació en Lima en 1807 y murió en el año que Chile nos ganó la guerra, en 1879. No pudo ver el trauma social que vino después (aunque fue testigo de la guerra de la independencia, que inició en 1809, año en que fue bautizado), pero dejó una obra en acuarela (casi 1200 escenas de la vida capitalina) que ya forma parte del imaginario nacional. Pancho Fierro retrató a los limeños y limeñas de las clases modestas, reflejándonos en su festiva dignidad cotidiana. Calificado como el “primer artista peruano” por José Sabogal en 1937, el nombre de Pancho Fierro es hoy reconocido tanto por quienes conocen de él y por aquellos que no han tenido la oportunidad de ver el tamaño de su legado. Pancho Fierro ya quedó en la posteridad. Pancho Fierro, por cierto, es el nombre de la homónima galería de la Municipalidad de Lima, en donde hasta el 31 de enero, se puede apreciar la muestra Narrativas limeñas: visiones y tradiciones de Lima, que cuenta con los trabajos en acuarela de P. Fierro y José Coronado, la obra en cerámica de José Pareja y las fotografías de Roberto Huarcaya.

“Lima ya no es exclusivamente la capital reducto de lo criollo y lo mestizo monopolizando el poder y la identidad. Hoy día ha venido a convertirse en un microcosmos del macrocosmos nacional. En un espacio mayoritariamente dominado por la presencia migrante de representantes de toda la pluralidad y multiplicidad de situaciones que configuran el país, donde los reductos de la vieja dominancia se retraen, ocupando un espacio cada vez más disminuido… Los espacios físico y social de la capital se presentan en la nueva Lima, por primera vez en la historia del país colonial y republicano, como verídicas imágenes de los espacios físico y social de la totalidad peruana”, dice el investigador José Matos Mar (1921 – 2015) en el cuarto capítulo del clásico Desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980 (IEP, 1984).

 “La Quinta Heeren de noche” (1986) de Víctor Humareda.

“La Quinta Heeren de noche” (1986) de Víctor Humareda.

Lima experimentó grandes procesos migratorios internos en el siglo XX. Pero ninguno supera el impacto que se vio entre 1972 y 1981. Intelectuales de la talla de Matos Mar han explicado las razones de este fenómeno y, en tal sentido, los artistas no se hallaron lejos de lo que es el mayor cambio de Lima en su historia. El viraje fue brutal. Lima, como la entendían algunos, se estaba convirtiendo en añoranza. En ese contexto, no fueron pocos los artistas que quisieron registrar lo que estaba sucediendo. Por esta razón, destacamos la obra forjada por Víctor Humareda y Enrique Polanco. Lo que cada uno hizo, Humareda desde la referencialidad y Polanco desde sus inicios (también fueron amigos), fue dejar un registro visual de ese cambio social mediante personajes y escenas ligadas a la Lima popular. Cerros, bares, noches, hombres, mujeres, calles olvidadas, entre otros aspectos, marcaban el interés de este par de artistas. Se estaba dando un cambio en donde lo nuevo no solo irrumpía, sino que del mismo modo mandaba al sótano lo poco o nada que quedaba de la Lima antigua. Pensemos en la obra “La Quinta Heeren de noche” de Víctor Humareda, que fue el último óleo que hizo, o uno de tales, en 1986. Humareda se encontraba mal de salud y decidió inmortalizar este lugar de Barrios Altos y esta obra es a la fecha una de las más representativas de su producción por las lecturas que suscita. Por su parte, Polanco en su obra “Nocturno”, más que un cerro específico, es la metáfora de uno de los símbolos máximos de la migración en Lima: el cerro poblado, iluminado a las justas y multiplicado en las zonas periféricas de la capital. No hay que ser un experto en pintura, este par de trabajos, de muchos más, transmiten en sus coordenadas, marcan una cercanía con el espectador que directa o indirectamente se siente hablado por ellos.

Joan Jiménez, más conocido como Entes, es un artista limeño de 43 años. Su obra se enfoca en el hombre y la mujer de la calle, precisamente en los microcosmos celebratorios y en conflicto que llamamos barrio. Entes va de frente a su asunto, exhibe a sus personajes en su día a día en donde lo afro e indígena se fusionan gracias a la empatía generada por la horizontalidad con la que trata a sus personajes que son producto de la migración, la globalización y la integración. Entes es de los pocos que revela tal cual a la Lima de hoy. Hasta el 22 de marzo, en el Centro Cultural Inca Garcilaso, puede visitarse su recomendable exposición Por las esquinas del barrio.

 "Nocturno" de Enrique Polanco

"Nocturno" de Enrique Polanco

Perú es un país con una fuerte tradición fotográfica. A saber, las exposiciones más sólidas del 2024, fueron de fotografía. Lima, en su actualidad, se ha convertido en un tema que va seduciendo no solo a fotógrafos profesionales, también a los llamados amateurs. En este orden de cosas, habría que prestar más atención a la fotografía que se está haciendo sobre Lima: el espacio que encierra otros espacios no necesariamente actuales, por ejemplo, las huacas (Denise Jiras en 2016 y Felipe Cortázar en 2024) y su relación con el presente.

Si vimos buenas exposiciones de fotografía el año pasado, destaquemos una que tuvo a la Lima actual como punto estelar: Lima. Horizonte sin fin de Eleazar Cuadros. Aquí Cuadros reunió 15 años de trabajo en los que ha registrado la evolución de Lima como ciudad y la interacción de su población con ella. Cuadros enfoca su trabajo en la Lima de la periferia, en los mal llamados conos. En sus fotos sobre Lima se percibe el compromiso y no el oportunismo temático. Mucho ojo a Cuadros.

Uno de los mejores libros que he leído últimamente sobre Lima, lo hizo un experimentado autor fascinado por su historia cultural y literaria. Apunten: Lima, la sin lágrimas (La línea del horizonte) del escritor y ensayista español César Antonio Molina.

Con la inteligencia del ensayista y la sensibilidad del poeta, Molina recorre Lima en base a lo que ha leído sobre ella, y vaya que la conoce a la altura de un experto. Barranco, el centro de Lima y Miraflores son algunos de los lugares que ha visitado llevado por el asombro, esa cualidad que diferencia al escritor del redactor, y este asombro parte de lo que culturalmente (Vargas Llosa, Salazar Bondy, Belli, etcétera) le significa esta ciudad a la que debemos mirar de otra manera y así sentirnos identificados con lo que mejor tiene: su incuestionable inspiración cultural.